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Si algo tiene España es el placer que cualquier paisaje nos otorga a los sentidos. Por ello, hemos querido descubriros uno de esos rincones de gran riqueza paisajística y cultural contando nuestra experiencia en esta escapada y presentándoos lugares que saciarán vuestras ansias geoarthisticas. Vamos a coger el coche para visitar las vegas en el sureste de Madrid y Aranjuez.



Fig. 1. Esquema provincial de unidades de relieve
Esta escapada comienza en Morata de Tajuña desde donde pudimos observar una vista de la vega del Tajuña (Fig. 2). Desde allí teníamos vistas de la vega, distintos cultivos que se dan y la vista del pueblo. Las unidades de relieve que forman este paisaje son: las vegas, en terreno llano cuaternario; una ruptura de pendiente que asciende ligeramente llamadas cuestas; y una superficie llana culminante formada por calizas llamadas mesas, páramos o alcarrias (topónimo local de la comarca de Guadalajara). La estructura de vega-cuesta-páramo se compone de los siguientes materiales: en los páramos hay calizas; en la unidad intermedia gravas y arcillas mientras que la base se compone de yesos. 
Fig. 2. Vista de Morata de Tajuña
El siguiente punto del itinerario fue el pueblo de Morata de Tajuña, situado en el borde de la vega. Desde aquí se pueden observar zonas de regadío y cultivos de la zona como el ajo, también hay bodegas y a rasgos generales las plazas y casas se caracterizan por un entorno rural. El sistema de acequias a uno y otro lado del cauce favorece el aprovechamiento agrícola y el regadío. También es importante la existencia de una importante red de molinos harineros hidráulicos desde el siglo XII. Concretamente visitamos el Molino de la Huerta de Angulo, también Museo de la Molinería. El Molino estuvo en uso hasta 1969 funcionando a través de unas turbinas y agua del río Tajuña.
En la tercera parada pudimos ver el pueblo de Morata de Tajuña desde el otro lado de la vega. Todas las poblaciones situadas en esta zona se encuentran en la misma disposición, en el borde del páramo con orientación sur, donde están menos expuestos a las inundaciones. Las superficies de los páramos están cultivadas de cereales. Se pueden contemplar los distintos usos de suelo en la vega: el regadío, uso agrícola intensivo, sobre todo pequeñas propiedades y parcelas (minifundistas). Esta zona se caracteriza por producir tres alimentos fundamentales: la vid, el olivo y el cereal.

Históricamente era la huerta más importante de Madrid, por su cercanía a la capital se suministraban productos de la vega de Morata transportados en ferrocarril hasta el mercado. Ya en las cuestas, con diferentes pendientes y orientaciones, se cultiva con olivos muy separados pues es una zona poco productiva. Cuando la pendiente es mayor aparece el matorral generalmente y otros árboles como la encina, la coscoja y la más frecuente, la atocha. En Valdelaguna predomina el quejigal, característico del monte mediterráneo. En las zonas calizas al pie del páramo en ocasiones se mezclan con la encina.  

Fig. 3. Entrada al antiguo puente y bóvedas que sostienen la plaza
Nuestra siguiente parada fue el histórico municipio de Colmenar de Oreja, ya en la vega del río Tajo. Llama la atención las canteras de piedra blanca de Colmenar, muy característica de la zona, material que se utilizó en el Palacio Real de Madrid, la Puerta de Alcalá y por supuesto en el propio pueblo y su iglesia parroquial de Santa María la Mayor. Colmenar aún siendo un prototipo de pueblo rural está muy transformado. El tipo de vivienda se adapta también a la funcionalidad agraria, se compone de una fachada continua con patios al interior conjugándose así la vivienda y las habitaciones para las labores agrícolas como cuadras, almacenaje para grano, paja, aceite, vino, etc. En estas fachadas hay grandes puertas que permitían el acceso a la vivienda de cuadras, carros y aperos. Además de este gran patio, se estructura en dos alturas relacionadas con la comodidad del clima. La planta baja era fresca y húmeda perfecta para los meses de verano y la planta alta para invierno. El arroyo Zacatín, ahora convertido en calle, dividía el pueblo en dos: la villa y el arrabal. Hay unas bóvedas, que es el antiguo puente y una ampliación que sujetan la plaza (Fig. 3).

La plaza mayor de Colmenar de Oreja es parecida a otras como Chinchón o Belmonte (Fig. 4). Esta obra tiene el objetivo de unir la villa y el arrabal, además de servir como lugar de celebración de las fiestas populares. El edificio principal es el ayuntamiento o antigua casa del concejo. El programa arquitectónico se compone de dos alturas con una galería porticada de madera. Detrás se sitúa la iglesia, aunque estuviera fuera del itinerario tuvimos la oportunidad de visitarla y subir hasta la torre (Fig. 5).

Fig. 4. Plaza e iglesia de Colmenar de Oreja
Fig. 5. Vista desde la torre de la iglesia de Colmenar de Oreja
Después de un agradable paseo, pusimos rumbo a Aranjuez, aunque no pudimos evitar hacer una parada intermedia para ver la Presa del Embocador, que data del siglo XVI y tiene la finalidad de regular el caudal del río Tajo. Con los sistemas de riegos del Tajo se originan estos paisajes de vega. Este elemento de riego es importante para los jardines y huertas de Aranjuez trazados con formas geométricas y rotondas formando vegas arboladas y paseos. Al contrario que las vegas anteriormente vistas de Tajuña y Colmenar, mayoritariamente minifundistas, la vega de Aranjuez se caracteriza por ser amplia y planificada.

La siguiente parada es el Real Cortijo de San Isidro, del siglo XVIII. Se compone de varias dependencias y terrenos de cultivo muy extensos. Se creó en tiempos de Carlos III como modelo de explotación agrícola, se intentaba combinar la política agraria de la Ilustración con el acercamiento a la naturaleza. Se diferencia por poseer fincas reales en la vega, paseos arbolados y nuevas técnicas de experimentación en cuanto a la agricultura impulsadas por sus ministros Grimaldi y Floridablanca. Los edificios más importantes son la Bodega y Cueva de Carlos III, la Capilla y la Casa de labor. En los años 50 se lleva a cabo una política de colonización agraria convirtiéndose en un pueblo de colonización, con terrenos y casas para los colonos.

Fig. 6. Vista aérea del Cortijo de San Isidro
Por último la vista termina en Aranjuez, donde pudimos ver la villa con las casas típicas de servidumbre, llamadas Casas de Oficios de mitad del siglo XVIII. Se agrupaban en torno a un patio, con grandes puertas para carros o como establos. Además del palacio y los jardines, al sur la ciudad tiene una trama ortogonal simple, planificada. Hay distintos tipos de edificaciones: los palacios, las casas de oficios y el desarrollo de la villa. El municipio es conocido como Real Sitio (de la corona de España) y Villa (desde 1899) de Aranjuez. El Palacio Real, que es gestionado y mantenido por Patrimonio Nacional, fue erigido por orden de Felipe II y sus arquitectos fueron Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. En tiempos de Carlos III se realiza una ampliación del patio de armas y un palacio menor, la Casa del Labrador. Los jardines son muy extensos además son regados con las aguas del Tajo y el Jarama.

Fig. 7. Plano de Aranjuez, Alejandro Estrada, c. 1929
Y no hay nada mejor que probar los manjares de las vegas a orillas del río Tajo para concluir con la escapada. Quizá no sea un recorrido de los más espectaculares, pero si permite conocer pequeños rincones de nuestra geografía con una importante historia, un rico patrimonio artístico y unos paisajes que evocan tranquilidad. Desde pueblos rurales con un uso concreto de sus vegas hasta la imponente Aranjuez y alrededores, con otros usos más intensivos, podremos pasar una tranquila jornada a tan sólo unos minutos del ajetreo de Madrid.

Fig. 8. Paseo arbolado frente al palacio de Aranjuez


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