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También llamada Satullano, esta obra se enmarca dentro de la arquitectura asturiana en el siglo IX. Con la entrada de los musulmanes en la Península Ibérica surgen los llamados núcleos de resistencia al norte: la Marca Hispánica en Cataluña y lo que más nos interesa para el comentario, la monarquía astur. Surgió un rechazo a la población cántabro-astur, de la cual quedaban las personas de condición libre, vestigios gentilicios y matriarcales e instituciones basadas en un carácter tribal a las imposiciones fiscales de los musulmanes. Pero esta rebelión aún no tenía como objetivo restaurar la monarquía visigoda, hecho que ocurre ya con Alfonso II. Caudillos cristianos como don Pelayo defendieron los territorios hispanos amenazados por los musulmanes con supuestas victorias como la de Covandonga (722) en el contexto de la Salus Hispaniae, la Reconquista. Hubo numerosos reyes, sin embargo para la Historia de Arte son importantes tres por su gran producción artística: Alfonso II el Casto, Ramiro I y Alfonso III. La arquitectura no era muy diferente de lo que se hacía hasta entonces, por ello la arquitectura asturiana tiene tanto parecido con las iglesias hispano-visigodas. Por ejemplo en la creación de ámbitos necesarios para la liturgia, es decir, las pastophoriae: prótesis y diaconicón; el pórtico a los pies y las cámaras sobre el plesbiterio. Estos hechos, la invasión musulmana y la diferente liturgia hacen que la arquitectura sea distinta al resto de Europa en esta época.

Alfonso II, miniatura del libro de los testamentos siglo XIII;
 archivo de la catedral de Oviedo
Alfonso II (c. 760-842) era hijo del rey Fruela I y cuando  murió éste en el año 768 le sucede en el trono su hermano Aurelio. Alfonso II reinó durante muchos años (791-842). La Crónica Pseudoalbeldense y la biografía del rey denominaban su vida como casta por su sobriedad y continencia. Se sabe que pasó largas estancias recluido en monasterios como en Samos. A la muerte del rey Silo sale del monasterio para gobernar en la corte en el 791. Once años después es recluido de nuevo en un monasterio durante seis años. No se sabe si llegó a tomar hábito, hay dos obras que apoyan esta idea: La Cruz de los Ángeles y Santullano. También se conoce ese aspecto del rey por una inscripción de la Cruz de los Ángeles en la cual no dice que sea rey, sino que es humilde siervo de Cristo: “Recibido con agrado, permanezca en honor de Dios esto que ofrece Alfonso Humilde Siervo de Cristo. Quienquiera que osare quitármela de donde mi libre voluntad la donare sea fulminado por el rayo divino. Esta obra se terminó en la era 846 (año 808). Con este signo es vencido el enemigo”. Adefonsus humilis servus Christi (808). Es una frase utilizada sobre todo por monjes. Normalmente los reyes hispanos se autodenominaban famulus Christi, y no siervo de Cristo.

Estatua de Alfonso II en Oviedo, Víctor Hevia s. XX
Por tanto la capilla del rey y su vida pues, está condicionada por el ámbito monástico. El Pseudoalbeldense en la crónica dice así: “sin esposa, tras castísima vida, transitó del reino de la tierra al reino del cielo con toda la paz”. También en la crónica de Alfonso III se menciona: “Llevó una vida gloriosa, casa, púdica, sobria e inmaculada… Y él, que en el siglo tuvo santa vida, fue sepultado en Oviedo” y “de este modo gobernó el reino durante cincuenta y dos años, casto, sobrio, inmaculado, piadoso, grato, amable a Dios y a los hombres”. Una castidad que se reservaba a los monjes, y no a reyes.

Sin embargo también fue guerrero: tuvo que enfrentarse a una fuerte penetración musulmana, resistió un saqueo de Abd-al-Malik en Oviedo y con sus compañas fuera de Asturias y Galicia consiguió la independencia del reino estableciendo nuevas fronteras en las tierras despobladas del Duero. Con Alfonso II la ciudad se fortificó, se monumentalizó y la capital pasó a ser Oviedo; una ciudad muy bien comunicada con numerosas confluencias de calzadas romanas. Restauró el Oficio Palatino visigodo aunque simplificado con elementos carolingios (es contemporáneo a Carlomagno) y redactó una Nómina Real, en la cual cuenta el hundimiento del reino visigodo de Toledo provocado por el Islam. También introdujo reformas religiosas volviendo a la liturgia hispana visigoda. Fundó monasterios en los territorios despoblados y la sociedad que había era principalmente rural y campesina, refinándose paulatinamente. En la época de este rey, surgió la invención del cuerpo de Santiago Apóstol. En las crónicas de la época no se menciona el descubrimiento, pero sí se le da importancia por la construcción de dos iglesias de Alfonso II primero y Alfonso III después.

Retratos de los Reyes de España desde Atanarico
hasta nuestro católico monarca don Carlos III, 1788
Fue importante la realización de piezas de orfebrería como la Cruz de los Ángeles y la construcción de grandes edificios, en el caso de San Julián de los Prados se requería la decisión del monarca y los conocimientos de su arquitecto Tioda. Eso explica la unidad de estilo de los edificios del Oviedo en esta época. Vemos en las crónicas de la época cómo el arquitecto real Tioda levantó la iglesia de San Salvador: “Theoda edificator predictae Ecclesiae Sancti Salvatoris” al igual que la de San Tirso: “admirable edificación con numerosas esquinas […] cuya belleza resulta más fácil de admirar para un testigo ocular que, para un escritor lleno de sabiduría, describirla elogiosamente”. El monarca en Oviedo encarga diversas construcciones como la corte regia, el recinto palatino del cual se conserva la Cámara Santa y su capilla palatina, San Julián de los Prados o Santullano, una iglesia en honor a San Salvador y San Tirso. Mucha de la información la encontramos en la Crónica silense. La Cámara Santa tenía un uso martirial y aúlico, y siguiendo los esquemas hispanos de planta rectangular, no como en otros sitios donde estos edificios se relacionan con la planta circular. Además de construcciones civiles como acueductos, tribunales, hospitales y baños. 

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